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3.9.14

les emocions de l'art (addenda)


Estic segur que alguns lectors del post (apunt) anterior no han gosat deixar la llista dels pintors localitzats a partir de les descripcions del text per una mena de prudència deguda a diferents motius. Per si de cas, per desfer possibles dubtes, afegeixo el fragment de la novel·la que ve a continuació i completo i tanco el tríptic sobre Miami amb reproduccions desordenades que potser responen a les pintures que van provocar tanta hilaritat en les ignorants residents veïnes del pintor que no acabava de trobar el seu estil.

No. ¿Un ambulatorio?
Estás viendo dos Picassos, un Morris Louis, un Malévich, un Kandinski, un Matisse, un Soutine, un Derain, un Delaunay, un Braque y dos Légers. —Por primera vez a largo de ese recitado, John Smith alzó la vista lo suficiente para mirar a Nestor a la cara —. Fíjate bien, Nestor. Estás viendo doce de las falsificaciones más perfectas y sutiles en las que nadie más va a poner nunca la vista encima. No te preocupes. No son de «Nicolai». Son de un verdadero artista.
Diciendo eso, John Smith guiñó un ojo a Nestor, con aire confiado y tranquilizador.
 

 

2.9.14

les emocions de l'art


Per què no es veu mai en els museus gent que es parteix de riure mentre observa determinada pintura? Se m'acudeixen unes quantes respostes, que van des de la perplexitat immobilitzadora a la por al ridícul, passant per un sentit de la modèstia que impedeix manifestacions extremes, sigui riure o plorar. El que sí que es veu és força gent que passa per davant d'alguns quadres a pas de desfilada de la Legió amb llambregada ràpida i de gairell.
 
 
Penso que hem de tendir a exterioritzar els sentiments davant de les manifestacions artístiques que ens criden l'atenció. I, si és possible, hem d'intentar encomanar les nostres emocions. Res d'entotsolar-se en reflexions internes no compartides. Sense vergonya. Estic segur que si al nostre voltant hi ha altra gent que comparteix la nostra sensibilitat ens agrairan les nostres manifestacions i s'afegiran al gaudi en un procés d'empatia imparable.
 
 
Per posar un exemple del que vull dir, recorro una altar vegada a Wolfe. Situo el text: un polícia i un periodista arriben a una residència bàsicament de gent gran on viu un suposat falsificador de pintures. Acompanyats per unes residents, entren a l'habitació del pintor.

En la otra pared había colgados doce cuadros, seis en una fila y, debajo, otros seis. Las mujeres reían entre dientes.
Mira éste, Edith —dijo Lil—. ¡Ese de ahí tiene los dos ojos en el mismo lado que la nariz y fíjate en el tamaño de las napias! ¿Ves eso? ¿Lo ves? Tengo un nieto de siete años que lo hace mejor. ¡No es tan pequeño para no saber dónde están los ojos!
Las tres mujeres se echaron a reír, y Nestor, sin poderlo evitar, rio a su vez. El cuadro consistía en el grueso y burdo contorno de un hombre situado de perfil con una nariz infantilmente grande. Tenía los dos ojos en el lado de la nariz. Las manos parecían peces. No había intento de sombreado ni de perspectiva. No había nada sino gruesas y torpes líneas negras que creaban formas rellenas de colores planos… sin intención alguna de que alguno destacara por encima de los demás.
Y el de al lado —prosiguió Lil—. ¿Veis a esas cuatro mujeres de ahí? ¡Menudas desgraciadas! ¿Veis eso? Tienen los ojos en su sitio… ¡pero la nariz! Pobrecitas, la nariz les sale de las cejas, y luego les llega a donde una chica normal tiene la barbilla, y los agujeros parecen los de una escopeta de dos cañones que amenaza con volarte la cabeza!
Más carcajadas chillonas.
Y fijaos en ese de ahí —dijo Edith. Sólo eran unas franjas verticales de color… debía de haber una docena… y tampoco eran muy uniformes. ¿Y por qué estaban tan húmedas?—. Es como si hubieran mojado el lienzo antes de pintarlo.
No creo que sea un cuadro de verdad —opinó Phyllis—. Sólo quería limpiar la pintura de los pinceles, creo yo.
Lo dijo de un modo categórico, enteramente propio de Phyllis. Phyllis no bromeaba nunca, pero Lil, Edith y Nestor se rieron de todos modos. Se estaban divirtiendo mucho burlándose del engañado ruso que se creía artista.
¡Jahhh! ¿Veis ése? —dijo Edith—. Ese pobre bobo coge una regla y traza esa cruz que está a punto de caerse de lado y la mira y dice «¡Gilipollas!», golpeándose la frente con la base de la mano. «¡Me rindo!», y pinta en blanco todo lo demás para que nos creamos que lo ha hecho muy bien. ¡Le queda mucho mejor que una cruz normal y corriente!
Las tres mujeres rieron y rieron, y Nestor, sin poder contenerse, también soltó una risita.
Echaron una mirada a otro con lombrices saliendo del retrete y a otro con manos como manojos de espárragos,y a uno a un extremo, ¡parece un montón de ostras chupadas y podridas, y fijaos en ese otro!, el que está debajo, Barcos en Collioure. ¡Lo de Collioure debe significar que se embadurna todo con cola, se vuelca luego encima una bolsa de confeti de diversos colores y ya se tiene un cuadro!… Y cuando llegaron al de la colcha de retazos multicolores, sólo que el pintor es incapaz de trazar una línea a derechas y al final se cae a pedazos… y al otro de la jarra de cerveza y una pipa cortada por la mitad… y aquel de allí, que parece como dos desnudos de aluminio con los pezones atornillados…, y al de más allá que es como tres hombres de aluminio jugando a los naipes o comiéndoselos… y se ríen todos hasta que se les saltan las lágrimas, sacuden la cabeza, hacen muecas, esbozan sonrisas burlonas o ponen cara de retrasados con la boca desencajada y los ojos tan en blanco que casi no se ven. Edith está tan arrebatada, que sigue doblada sobre sí misma, apoyada en el andador, pero logra aporrear el suelo con el pie en un paroxismo de hilaridad descontrolada.
Ni siquiera la impávida Phyllis es capaz de resistirse. Sale de su cápsula de hierro con una sola carcajada: «¡Jonnnccajjj!»
Se supone que es pintor —dice Lil—, ¿y eso es todo lo que es capaz de hacer? ¡Yo también saldría y entraría de noche! ¡No querría que la gente me viera la cara!
Otro estallido de risa incontrolable… incluso la firme resolución profesional de Nestor se torna gelatina, y él también ríe. Mira a John Smith para ver su reacción… pero el periodista parece totalmente ajeno a lo que le rodea. Lo mismo podría estar solo. Tiene en la mano su estrecho cuadernito de espiral y el bolígrafo, y se le ve muy atareado observando los cuadros uno por uno y tomando notas.
Oye, John —le dice Nestor, acercándose a él con disimulo—, ¿qué estás haciendo?
John Smith se comporta como si no lo hubiera oído y, sacando una pequeña cámara del bolsillo interior de la chaqueta, empieza a tomar fotografías de los cuadros, uno por uno. Se mueve entre las mujeres como si no estuvieran allí… Lil se agacha a la altura de Edith y dice en voz baja:
El que manda.
Luego las deja a su espalda, los ojos fijos en la pantalla trasera de la cámara. Aquello lo había puesto en trance. Ni siquiera alzó la vista cuando llegó a Nestor. Dando la espalda a las tres mujeres, agachó la cabeza, con los ojos fijos en el cuaderno, y dijo:
¿Sabes lo que estás viendo en esa pared?

Tom Wolfe: Bloody Miami

 
Per cert, estic segur que alguns dels qui han llegit el text anterior reconeixen els autors i les obres tan magistralment i emotivament descrites. Jo, la veritat, no puc dir que aconseguís tancar la llista.



 
 
 

27.8.14

arquístic


No sé com, va començar una conversa amb ma germana -o era ma cunyada?- sobre Tàpies. Jo tinc una educació artística limitadíssima, especialment en pintura, sobretot en pintura contemporània; a més, la meua sensibilitat en aquest camp -i potser en l'art en general i el contemporani en particular- és també escassa. En canvi, ma germana -ma cunyada?-, a base de dedicació i segurament a partir d'unes condicions naturals més treballades, és capaç d'explicar de forma convincent la seua admiració per Tàpies.

Davant de les valoracions estètiques i de tot tipus de bona part de l'art contemporani que fan els entesos, professionals o aficionats, jo he d'optar pel silenci o la vaguetat. Només algunes vegades sóc capaç d'expressar-me amb cert convenciment, encara que pobrament. Potser per tot això, com passa sovint amb els ignorants o els insensibles, vaig trobar una mica de consol sobre el tema i la meua condició en algunes pàgines de Bloody Miami (per què aquesta traducció de Back to Blood?), de Tom Wolfe:

Strauss le cuenta el ingenioso comentario de Tom Stoppard sobre que “La imaginación sin habilidad nos da el arte moderno”. Luego sigue explicándole que el arte contemporáneo podría considerarse una ridícula broma si cierta gente inteligente para otras cosas no lo hubiera elevado a un plano superior... momento en el cual muchísimo dinero empieza a cambiar de manos.

Algú pot dir que Stoppard (stop art?) o Wolfe no són precisament personatges consultats pels museus d'art, que són bàsicament fabuladors, o confabuladors. Sí, sí. D'acord.