el pretext: el personatges rodons en la novel·la

Avui, no tant directament com ahir –així ho vol Forster-, és el torn dels personatges rodons, també a través de menys fragments dels necessaris per arrodonir la idea, tot i que el paràgraf final podria ser una conclusió suficient que estalvia llegir els textos anteriors si no es vol gaudir de l’enfrontament Dickens-Austen (Jane) aquí sintetitzat, evidentment, i aquesta és una altra de les gràcies, discutible i matisable.

Aquests dos apunts, el d’ahir i el d’avui, eren només un pretext per introduir el tema del tercer, que ara, vist l’interès renovat que m’ha desvetllat Forster i la perspectiva temporal, trobo insubstancial, un joc innocent i groller. Ara continuaria, per exemple, citant alguns paràgraf d’Aspectes de la novel·la dedicats a l’argument i a la seva relació amb la memòria, concepte que entenc, i a la intel·ligència, concepte boirós o, si es vol, multiinterpretable.

En fi, em cenyeixo al propòsit inicial i retallo el text de Forster (la mateixa edició d’ahir):

La Austen es una miniaturista, pero nunca bidimensional. Todos sus personajes son redondos o susceptibles de serlo. Incluso misss Bates tiene una alma, incluso Elizabeth Elliot tiene corazón, y el fervor moral de lady Bertram deja de molestarnos cuando nos damos cuenta de esto. El disco se expande de repente convirtiendose en una pequeña esfera... ¿Por qué los personajes de Jane Austen nos provocan siempre una satisfacción ligeramente nueva cada vez que aparecen, en contraste con el placer meramente repetitivo que nos producen los de Dickens? ¿Por qué se comunican tan bien en las conversaciones, se tiran de la lengua sin que lo parezca y nunca fingen? La respuesta pude plantearse de varios modos: la autora, a diferencia de Dickens, es una verdadera artista; Jane Austen nunca cae en la caricatura, etc. Pero la respuesta más acertada es que sus personajes, aunque más parcos que los de Dickens, están organizados de una manera superior. Reaccionan en todos los sentidos e incluso, si el argumento exigiera más de ellos, seguirían estando a la altura de las circunstancias...


En todas sus obras -desde la primera a la última- encontramos personajes así, que aparentemente son simples y planos, que no necesitan ser reintroducidos y, con todo, nunca pierden pie: Henry Tilney, el señor Woodhouse, Charlotte Lucas... Les colgará las etiquetas de “Sensatez”, “Orgullo”, “Sensibilidad” o “Prejuicio”, per no se hallan atados a estas cualidades...


La prueba de un personaje redondo está en su capacidad para sorprender de una manera convincente. Si no convence, finge ser redondo pero es plano. Un personaje redondo trae consigo lo imprevisto de la vida.