Per
què no es veu mai en els museus gent que es parteix de riure mentre
observa determinada pintura? Se m'acudeixen unes quantes respostes,
que van des de la perplexitat immobilitzadora a la por al ridícul,
passant per un sentit de la modèstia que impedeix manifestacions
extremes, sigui riure o plorar. El que sí que es veu és força gent
que passa per davant d'alguns quadres a pas de desfilada de la Legió
amb llambregada ràpida i de gairell.
Penso
que hem de tendir a exterioritzar els sentiments davant de les
manifestacions artístiques que ens criden l'atenció. I, si és
possible, hem d'intentar encomanar les nostres emocions. Res
d'entotsolar-se en reflexions internes no compartides. Sense
vergonya. Estic segur que si al nostre voltant hi ha altra gent que
comparteix la nostra sensibilitat ens agrairan les nostres
manifestacions i s'afegiran al gaudi en un procés d'empatia
imparable.
Per
posar un exemple del que vull dir, recorro una altar vegada a Wolfe.
Situo el text: un polícia i un periodista arriben a una residència
bàsicament de gent gran on viu un suposat falsificador de pintures.
Acompanyats per unes residents, entren a l'habitació del pintor.
En
la otra pared había colgados doce cuadros, seis en una fila y,
debajo, otros seis. Las mujeres reían entre dientes.
—Mira
éste, Edith —dijo Lil—. ¡Ese de ahí tiene los dos ojos en el
mismo lado que la nariz y fíjate en el tamaño de las napias! ¿Ves
eso? ¿Lo ves? Tengo un nieto de siete años que lo hace mejor. ¡No
es tan pequeño para no saber dónde están los ojos!
Las
tres mujeres se echaron a reír, y Nestor, sin poderlo evitar, rio a
su vez. El cuadro consistía en el grueso y burdo contorno de un
hombre situado de perfil con una nariz infantilmente grande. Tenía
los dos ojos en el lado de la nariz. Las manos parecían peces. No
había intento de sombreado ni de perspectiva. No había nada sino
gruesas y torpes líneas negras que creaban formas rellenas de
colores planos… sin intención alguna de que alguno destacara por
encima de los demás.
—Y
el de al lado
—prosiguió
Lil—. ¿Veis a esas cuatro mujeres de ahí? ¡Menudas desgraciadas!
¿Veis eso? Tienen los ojos en su sitio… ¡pero la nariz!
Pobrecitas, la nariz les sale de las cejas, y luego les llega a donde
una chica normal tiene la barbilla, y los agujeros parecen los de una
escopeta de dos cañones que amenaza con volarte la cabeza!
Más
carcajadas chillonas.
—Y
fijaos en ese de ahí —dijo Edith. Sólo eran unas franjas
verticales de color… debía de haber una docena… y tampoco eran
muy uniformes. ¿Y por qué estaban tan húmedas?—. Es como si
hubieran mojado el lienzo antes de pintarlo.
—No
creo que sea un cuadro de verdad —opinó Phyllis—. Sólo quería
limpiar la pintura de los pinceles, creo yo.
Lo
dijo de un modo categórico, enteramente propio de Phyllis. Phyllis
no bromeaba nunca, pero Lil, Edith y Nestor se rieron de todos modos.
Se estaban divirtiendo mucho burlándose del engañado ruso que se
creía artista.
—¡Jahhh!
¿Veis
ése? —dijo Edith—. Ese pobre bobo coge una regla y traza esa
cruz que está a punto de caerse de lado y la mira y dice
«¡Gilipollas!», golpeándose la frente con la base de la mano.
«¡Me rindo!», y pinta en blanco todo lo demás para que nos
creamos que lo ha hecho muy bien. ¡Le queda mucho mejor que una cruz
normal y corriente!
Las
tres mujeres rieron y rieron, y Nestor, sin poder contenerse, también
soltó una risita.
Echaron
una mirada a otro con lombrices saliendo del retrete y a otro con
manos como manojos de espárragos,y a uno a un extremo, ¡parece un
montón de ostras chupadas y podridas, y fijaos en ese otro!, el que
está debajo, Barcos en
Collioure.
¡Lo de Collioure
debe
significar que se embadurna todo con cola,
se vuelca luego encima una bolsa de confeti de diversos colores y ya
se tiene un cuadro!… Y cuando llegaron al de la colcha de retazos
multicolores, sólo
que el pintor es incapaz de trazar una línea a derechas y al final
se cae a pedazos… y al otro de la jarra de cerveza y una pipa
cortada por la mitad… y aquel de allí, que parece como dos
desnudos de aluminio con los pezones atornillados…, y al de más
allá que es como tres hombres de aluminio jugando a los naipes o
comiéndoselos… y se ríen todos hasta que se les saltan las lágrimas,
sacuden la cabeza, hacen muecas, esbozan sonrisas burlonas o ponen
cara de retrasados con la boca desencajada y los ojos tan en blanco
que casi
no se ven. Edith está tan arrebatada, que sigue doblada sobre sí
misma, apoyada en el andador, pero logra aporrear el suelo con el pie
en un paroxismo de hilaridad descontrolada.
Ni
siquiera la impávida Phyllis es capaz de resistirse. Sale de su
cápsula de hierro
con una sola carcajada: «¡Jonnnccajjj!»
—Se
supone que es pintor —dice Lil—, ¿y eso es todo lo que es capaz
de hacer? ¡Yo también saldría y entraría de noche! ¡No querría
que la gente me viera la cara!
Otro
estallido de risa incontrolable… incluso la firme resolución
profesional de Nestor se torna gelatina, y él también ríe. Mira a
John Smith para ver su reacción… pero el periodista parece
totalmente ajeno a lo que le rodea. Lo mismo podría estar solo.
Tiene en la mano su estrecho cuadernito de espiral y el bolígrafo, y
se le ve muy atareado observando los cuadros uno por uno y tomando
notas.
—Oye,
John —le dice Nestor, acercándose a él con disimulo—, ¿qué
estás haciendo?
John
Smith se comporta como si no lo hubiera oído y, sacando una pequeña
cámara del bolsillo interior de la chaqueta, empieza a tomar
fotografías de los
cuadros, uno por uno. Se mueve entre las mujeres como si no
estuvieran allí…
Lil se agacha a la altura de Edith y dice en voz baja:
—El
que manda.
Luego
las deja a su espalda, los ojos fijos en la pantalla trasera de la
cámara. Aquello lo había puesto en trance. Ni siquiera alzó la
vista cuando llegó a Nestor. Dando la espalda a las tres mujeres,
agachó la cabeza, con los ojos fijos
en el cuaderno, y dijo:
—¿Sabes
lo que estás viendo en esa pared?
Tom
Wolfe: Bloody Miami
Per
cert, estic segur que alguns dels qui han llegit el text anterior
reconeixen els autors i les obres tan magistralment i emotivament
descrites. Jo, la veritat, no puc dir que aconseguís tancar la
llista.